micra

….Sólo tres escalones más.

El calor era insoportable. Las rodillas le temblaban y apenas sí podía tenerse en pie, pero estaba tan cerca…
Delante de sus ojos comenzaba a dibujarse el primero. Más alto que el anterior y aparentemente más lejano. Estiró su cuerpo alzando sus brazos hacia arriba, lo más arriba que pudo y saltó. La primera vez, los dedos se le escurrieron del borde frío de la piedra. Cayó con todo el peso sobre sus pies que se acalambraron sacudiéndolo de dolor. Había podido sentir como las rodillas le crujían y dudaba si podría ponerse de nuevo en pie. El segundo salto fue aun más corto que el anterior. Sabía que sólo tendría una o dos oportunidades más antes de desfallecer, pero consiguió agarrarse en el tercer intento. Todo era cuestión de concentrarse. Comenzó a imaginar como sus brazos, tensos, empezaban a levantar el resto de su cuerpo despacio, hasta que con un último impulso, conseguía subir su pierna derecha hasta engancharse con el pie. Luego sólo quedaba un empujón y estaría más cerca…Lo veía claramente en su cabeza, pero cuando ordenó trabajar a sus brazos, estos se rebelaron. Comenzaron a temblar, pero no podía soltarse ahora…había solventado el primer obstáculo, y no se sentía con fuerzas de volver a saltar, así que debería subir ahí como fuera…
Cerró los ojos, respiró profundamente y controlando cada milímetro de su cuerpo, notó como se elevaba…Muchos habían llegado a donde él estaba ahora, prácticamente desnudo, descalzo y con la reserva de fuerzas agotada, y muchos no habían pasado de aquel mismo lugar, pero no podía dejarse vencer. Él era más fuerte. Él tenía un motivo mucho más importante para llegar hasta el final.
Sabía que aún le quedaban dos escalones más, y no quería gastar la poca energía que le quedaba, no estaba seguro de qué le esperaba una vez hubiese saltado la piedra.
Muchos hablaban de la Torre de los Siete Escalones, pero pocos sabían que no era precisamente una escalera lo que esperaba allí dentro a cualquiera que osara a cruzar sus puertas; cada uno de los siete escalones, no eran sino trampas, pruebas que ponían al limite la capacidad humana. Ahora su condición física estaba en juego. Debía arriesgarse. Si decidía subir, se quedaría exhausto, y no sabía que probabilidades existían de que necesitara sus brazos y sus piernas de nuevo en el siguiente escalón.
Si algo había aprendido a lo largo del camino, era que sólo estamos seguros de lo que conocemos, y el pensar en qué nos espera, sólo limita que podamos romper la barrera y salir del agujero…Volvió a concentrarse, y sin importarle si conseguiría respirar después, subió la pierna derecha hasta engancharse al filo con los dedos del pie. Como pudo, arrastró el resto de su cuerpo hacia la superficie lisa de la piedra, y rodó hasta quedar bocarriba…Acababa de darse cuenta de que todo lo que necesitaba estaba en su cabeza, el controlarlo, sólo dependía de él mismo…
Sonrió.

Sólo dos escalones más….