micra

Volvió a hacerlo.

Una vez más.

Quizá si tenía un problema, pero ni siquiera quería ponerse a pensar en ello. Le dolía demasiado.

Podía dejarlo cuando quisiera.

Pero no quería.

Desde hacía días, apenas se movía de la cama.

No se había duchado hoy.

El olor a sudor se mezclaba con el humo del tabaco.

En la habitación, no quedaba una baldosa que no estuviera cubierta por un pañuelo lleno de lágrimas, y de mocos.

Y lo había vuelto a hacer.

Prometió no salir de allí hasta haberlo olvidado, pero hacía sólo cinco minutos que había vuelto a recordarlo. Había vuelto a su mente sin que lo deseara. No podía dejar de pensar en ello. Probablemente le había dado ya más de mil vueltas. Todavía no comprendía qué había pasado.

Tenía la cabeza llena de preguntas de las que no quería saber la respuesta, pero se había convertido en una obsesión de las que no permiten conciliar el sueño.

Fuera, ya era de noche. Y recordaba perfectamente haber visto amanecer a través de esa ventana. En esa misma posición. Esa misma mañana. No tenía la seguridad de haberse movido. Iba a intentarlo de nuevo. Trató de convencerse de que ésta vez, al menos, tardaría más en volver a hacerlo. No podía volver a pensar en aquello. Tenía que olvidar. Se giró sobre la almohada y respiró hondo.

Abrió los ojos. La luz entraba por la ventana. Por fin había dormido. Alargó el brazo buscando tocar su cuerpo, y volvió a hacerlo.

La echó de menos

una vez más.