micra
No se si alguna vez te has preguntado hasta dónde llegan los sueños…cómo es posible distinguir a veces la realidad de lo que queremos que sea real….Yo dudo que sea capaz de hacerlo, y la razón eres tu; si es que existes…. Podría remontarme a viejas leyendas que hablan de la unión eterna de las almas, aunque también podría pensar que no es más que el fruto de mi imaginación, de mi mente enferma y necesitada de nuevas vidas…En cualquier caso, la culpable sigues siendo tú
No consigo recordar si era de día, o era de noche, o quizá amanecía en ese momento…y sinceramente, me da exactamente igual,…sólo recuerdo un susurro en mi oído que me decía “Ven, coge mi mano y sálvame de estos muros”…Tu voz sonaba dulce, pero desesperada…quizá nunca debí hacer caso a mis sentidos y todo hubiese sido más fácil, pero como los caballos a los que les tapan los ojos, sólo podía seguir el camino que tu me habías marcado…aún dudo de quién estaba encerrado y dónde, de quien es el esclavo, de quien ordena y quien ejecuta…quizá debí haberme quedado sentado en la cama y no salir en tu busca….de aquel día sólo recuerdo un intenso frío, casi glaciar, que se coló hasta mis huesos cuando puse el primer pie en la calle.
Sólo frío, mucho frío…ni siquiera soy capaz de acordarme de cómo llegué al parque. Como un perro siguiendo un rastro. Como un cazador en busca de su presa. Como un gato en busca de comida. Como un loco tras un sueño. El parque estaba vacío, ni niños gritando ni madres histéricas, no había nadie. Me vi sólo en medio de aquellos árboles que parecían estar congelados por el tiempo y que, a pesar del viento helado, no movían sus hojas ni sus brazos desnudos de pájaros. Todo era demasiado extraño como para preguntarme qué estaba pasando…tan extraño que parecía normal, tan extraño que no reparé en que de la fuente en el centro de la plaza no brotaba el agua, sólo la imagen de un chorro que parecía congelado por el tiempo…vacío, silencio, y un frío que aun noto corriendo por mis venas…Parecía como si el tiempo hubiera cogido vacaciones. Todo se mostraba como en una foto, donde los segundos no pasan…la misma imagen grabada en mi cabeza del parque desierto y tranquilo...

El cartel de la librería, tampoco se movía a pesar del aire que se retorcía entre sus huecos…”BELLADONNA LIBROS” se podía leer tallado en la madera que colgaba sobre la puerta del local.