jul
14

Había llegado el momento, la puerta que él mismo se había encargado de cerrar, ahora debía abrirse de nuevo y volver a dejar pasar la luz. La cerradura estaba cubierta de óxido, y dudaba si la llave que guardaba en su bolsillo sería capaz de reanimarla y hacerla trabajar de nuevo. Se oyó un “click” metálico. Colocó las palmas de las manos sobre la superficie arrugada y empujó con fuerza hasta que, poco a poco, comenzó a moverse. La madera gemía, como un lamento, crujía a cada centímetro, y un haz de luz se iba abriendo paso a paso, cada vez más grande…En pocos segundos todo se iluminó, las paredes que hasta ahora habían sido invisibles en la negrura de la oscuridad, se pintaron de blanco, y pudo ver cómo estaban cubiertas de palabras que habían sido escritas por otros…otros que estuvieron antes allí y que como él, también habían conseguido abrir la puerta. Se acercó a una de las paredes, y escribió la suya…”vida”.
La última vez que estuvo allí, pensó en cómo sería volver a ver la luz…ahora sabía que ya no se lo volvería a preguntar nunca más…desde ese mismo momento, se juró a sí mismo, no volver a vivir en penumbra…Dio dos pasos hacia delante, y salió de allí sonriendo…”