micra
No ha pasado un solo día en el que no te haya echado de menos.

A veces, me siento aquí, como ahora mismo, en este mismo sillón, y cierro los ojos tratando de verte, probándome a mi misma que sería capaz de dibujarte sin errores todo este tiempo después. Tiempo que parece no haber pasado nunca.
Sigo sintiéndote cerca. Como si nunca te hubieras marchado. Y hay noches, en las que puedo olerte.

No se me ha olvidado
.”

Estaba releyéndolo por sexta vez. Pensaba que ya jamás volvería a saber nada de ella. Siempre que lo había intentado, no había conseguido volver a encontrarla. Al otro lado, sólo había frío.
Notaba el pálpito de su corazón bajo el pecho. Si estuviera de pie, seguramente le estarían temblando las piernas.
Había deseado volver a verla desde el segundo siguiente a perderla de vista aquella última vez, y aún llevaba su mirada con él. Había querido mirarla a los ojos cada noche antes de irse a dormir.

Se levantó de la silla y fue a hacerse un café.
Él tampoco lo había olvidado. Podría describir todos y cada uno de los días que habían pasado juntos, minuto a minuto si fuera necesario. Él, algunas veces, también notaba su perfume en la habitación..

Se sentó frente al teclado.
1 Response
  1. Alan Felix Says:

    Se sentó frente al teclado y se dispuso a dejar que las yemas de sus dedos, después de tanto tiempo aún impregnadas del olor de la piel de ella, dijeran sobre el piano todas las cosas que ellos no se habían atrevido a decirse. No le resultó difícil: a veces las cosas fluyen directamente entre el corazón y el papel, y sólo hay que ser el vehículo...

    Deseó que la voz de ella estuviera allí.

    Apagó la grabadora y lloró.